La situación por la que pasan los
países hoy en día, nos está llevando a un déficit ecológico en el planeta:
gastamos más de lo que la tierra puede producir. Estamos agotando los recursos
naturales: contaminamos aguas, desforestamos bosques y acabamos con especies
que no le damos tiempo a reproducirse.
En los países desarrollados, siempre
se ha consumido más de lo que se produce. El consumismo: un tren de vida alto,
y no querer renunciar a ciertos privilegios, nos está llevando a una grave
situación en el aprovechamiento de recursos. Estados Unidos, unos de los
grandes consumidores y contaminadores del planeta, no quiere renunciar a perder
poder económico a costa de cuidar el medio ambiente, prueba de ello es que se
negó a firmar el acuerdo de Kyoto. Las grandes potencias y las economías
emergentes (Brasil, China…) no están dispuestas a renunciar a su crecimiento
del PIB por “unos árboles, unas ballenas o simplemente cuidar un viejo planeta”.
Hemos pasado de consumir de forma
racional, con los recursos que teníamos más cercanos, a “devorar” todo aquello
que nos llega, sin pararnos a pensar en sus consecuencias. Hoy muchos de los
productos que consumimos en los países desarrollados, nos llegan de los países
emergentes; esto, conlleva un gasto en el transporte, no sólo económico (se
recupera en su venta) sino en recursos naturales. Para el transporte se usan
los derivados del petróleo, un bien escaso, que además en su combustión crea gases
invernaderos como el CO2, provocando el calentamiento progresivo del
planeta. Muchos de los alimentos que consumimos recorren distancias superiores
a los 5.000Km. Nos estamos acostumbrando a tener de todos los productos durante
todo el año, lo que provoca una importación masiva de productos de lugares
lejanos. La inmigración también ha influido en que productos autóctonos de
algunos países se importen al lugar de acogida de los inmigrantes, la
gastronomía y cultura, hace que muchas compañías hayan visto en estas
importaciones un negocio creciente.
Grandes países miran más por sus
economías que por el futuro del planeta, Países como China, no reparan en
contaminar para que su crecimiento sea mayor. Esto ha provocado un aumento en el
consumo de materias primas, entre ellos el petróleo, por lo que si antes no
llegábamos con los recursos que teníamos, hoy somos más consumiendo, lo que se
traduce en un mayor gasto en los recursos limitados que nos da la naturaleza.
Recursos que se han tardado muchos miles de años en generar, y que nuestro afán,
es acabar con ellos. Preferimos vivir en un estado de bienestar “ficticio”, que
cuidar los recursos que poseemos; mientras vamos agotando los recursos, no
pensamos en las generaciones venideras, que son las que tendrán que vivir con
los recursos que dejemos.
La población mundial va en aumento.
El consumo se ha disparado y hay muchas regiones del planeta que no poseen
suficientes recursos para sobrevivir. El continente africano es prueba de ello;
mientras en Europa o Estados Unidos derrochan recursos, otras regiones pasan
penurias. Grandes multinacionales se han instalado en África o Nueva Zelanda,
por ejemplo, y viven de cultivos extensivos, con varias cosechas al año, lo que
provoca un empobrecimiento en la tierra, que después de varios años queda yerma,
además de la desforestación y cambio de ecosistemas que se realizan para hacer
estos campos de cultivo; mientras, las multinacionales se enriquecen exportando
los productos y marchándose cuando ya no pueden producir más, dejando países en
miseria y sin recursos de subsistencia. Esto ha hecho un gran auge en el
transporte de mercaderías, pero también en contaminación y gasto de recursos.
España, por ejemplo, importa fruta, piensos y otros productos de América
latina, cuando muchos de los productos que importamos los podríamos producir
aquí. El campo español se ve afectado por estas importaciones, sufriendo un
retroceso del sector rural y empobreciendo zonas rurales, que se ven abocadas a
desaparecer.
Si no miramos por los recursos que
tenemos más próximos, y cambiamos nuestros hábitos de consumo, acabaremos con
el planeta. Hemos de concienciarnos que los recursos son limitados, que no
podemos seguir llevando el ritmo de consumo en el que vivimos. Si compramos
productos de temporada, los productos que tenemos más cercanos, esto ahorrará
tener que traerlos. Evitará gasto de transporte y reduciremos contaminación.
Evitaremos agotar recursos que nos da el planeta y que estamos expoliando.
Hemos de pensar que cuando arrasamos montes para construir urbanizaciones de
recreo, estamos también agotando recursos hídricos de la zona por el aumento de
la población del lugar. Cuando cambiamos cultivos de secano en regadío, hemos
de tener en cuenta la zona, ya que un área escasa de lluvia supone un aumento de
los recursos fluviales y de extracción de aguas subterráneas de la región donde
se crean, causando la contaminación de estas aguas con el tiempo, a no poder
regenerarse sus cursos naturales.
Si queremos tener un “mañana”,
tenemos que cuidar el “hoy”. Si cuidamos el planeta, éste nos dará lo que
necesitamos. Nos proveerá de las cosas necesarias para la vida. Pero mientras
imperen las necesidades económicas de muchos países que van asociadas a los
intereses de la multinacionales, esto será difícil. Las multinacionales apoyan
a los políticos en sus campañas para llegar a los gobiernos, y éstos a su vez
les han de devolver el favor, permitiéndoles cualquier atrocidad de los
recursos para enriquecerse. Acaban con selvas, como la de la amazonia, el pulmón
del mundo decían, hasta que algún día deje de funcionar y ahí vendrán nuestros
problemas. Hemos de cambiar por las generaciones venideras y, si no, no tendrán
recursos de subsistencia para continuar la vida en el planeta tal y como la
conocemos. La pregunta sería ¿Qué herencia queremos dejar?